31 de mayo: Día Mundial Sin Tabaco

El tabaco ya no es sólo un problema de quienes fuman. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la industria del tabaco también afecta el desarrollo de toda la sociedad, ya que el cigarrillo causa la muerte prematura de la mitad de los consumidores, enferma y mata a los que aspiran el humo de segunda mano, y genera pobreza y deforestación en los países en desarrollo.

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Se estima que el 80% de los 100.000 millones de las personas que fuman viven en países con bajos o medianos ingresos. En Latinoamérica, el consumo de tabaco está creciendo, sobre todo entre los más pobres, las mujeres y los jóvenes.

El tabaquismo obliga a aumentar el gasto sanitario y produce una reducción de la productividad, generando costos sustanciales para la economía de los países. Además, el consumo de tabaco agrava las desigualdades y la pobreza, ya que las personas más pobres que fuman dedican menos recursos a necesidades básicas como la alimentación, la educación y la atención sanitaria. En comparación con los sectores de mayores ingresos, las personas de bajos ingresos que fuman tienen un riesgo 40% mayor de morir por enfermedades atribuibles al tabaco.

En la Argentina, tras la prohibición de fumar en lugares públicos que rige en la mayoría de las provincias, el tabaquismo disminuyó en la población. Sin embargo, Argentina y Uruguay tienen todavía una alta prevalencia de consumo de tabaco, y ocupan el segundo lugar en la región americana, detrás de Chile.

Se estima que 1 de cada 4 adultos fuma en la Argentina y también lo hacen 1 de cada 5 adolescentes entre 13 y 15 años. Cada día mueren alrededor de 120 argentinos por culpa del tabaco. Además, 68.100 internaciones por enfermedades cardíacas e infartos pueden atribuirse cada año a la adicción al cigarrillo en el país. Finalmente, Argentina invierte unos 30.000 millones de pesos anuales en el tratamiento de las enfermedades ligadas al tabaco, lo cual representa el 12% del gasto en salud.

En Perú, más del 20% de la población fuma y las cifras en adolescentes y niños también son alarmantes. Cada año, 16.719 muertes, 6.926 diagnósticos de cáncer, 7.936 accidentes cerebrovasculares y 7.548 hospitalizaciones por enfermedad cardiovascular se pueden atribuir al tabaquismo en Perú, según datos publicados en 2016.

Por su parte, alrededor del 13% de la población colombiana mayor de 12 años consume habitualmente tabaco, según datos del 2013.


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No al tabaco

Argentina es el único país de Sudamérica que firmó pero aún no ratificó el Convenio Marco para el Control del Tabaco, un tratado de la OMS para reducir la epidemia de tabaquismo en el mundo. Más de 80 organizaciones civiles, entre las que figura la Sociedad Argentina de Cardiología, firmaron recientemente una declaración pidiendo la ratificación de este Convenio, que ya fue suscripto por 180 países del mundo.

El Convenio es una herramienta útil para combatir el tabaquismo a distintos niveles. Más de la mitad de quienes fuman en la Argentina declararon haber querido dejar de fumar en el mes previo a la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2013), pero muy pocos lo lograron por sí solos. En cambio, los programas de cesación tabáquica tienen altos porcentajes de éxito porque utilizan distintas estrategias (desde apoyo grupal a terapia farmacológica) y son gratuitos en hospitales públicos y asociaciones civiles.

Es importante que los fumadores sepan los beneficios que les otorgará dejar de fumar. Por ejemplo, al año de haber dejado el tabaco, el riesgo de infarto de miocardio se reduce a la mitad; a los 5 años de haber abandonado el cigarrillo, el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular o stroke de un ex fumador se iguala con el de quien nunca fumó; y a los 10 años de haber dejado el tabaco, el riesgo de cáncer de pulmón se reduce a la mitad. Hay que destacar que algunos beneficios comienzan mucho antes: a los 20 minutos del último cigarrillo ya disminuye la presión arterial y a los pocos meses, mejora la capacidad respiratoria.

Los cardiólogos advierten que los cigarrillos electrónicos también contienen nicotina y otras sustancias tóxicas, por lo que están desaconsejados para abandonar el hábito de fumar. Por otra parte, los expertos coinciden en que aumentar los impuestos al tabaco (y, por consiguiente, el precio de los cigarrillos en los kioscos) tiene un efecto notable en los consumidores adultos para alentarlos a dejar de fumar y, en los jóvenes, para no iniciarse en el consumo.

Un estudio realizado en Argentina concluyó que, si se aumentara un 100% el precio de los cigarrillos, bajaría un 31% el consumo y se evitarían más de 15.000 muertes por enfermedad coronaria en 10 años. Algo similar ocurriría en Perú, donde un aumento del 100% en el precio de los cigarrillos evitaría unas 12.000 enfermedades cardíacas, según una reciente investigación.

Abandonar el tabaco es la primera medida que tiene que tomar cualquier persona para mejorar su salud y disminuir el riesgo de múltiples enfermedades y complicaciones. Luchar contra la epidemia de tabaco debería ser un objetivo no sólo de los gobiernos sino de los ciudadanos. “Todos podemos contribuir a poner fin al consumo de tabaco en el mundo de forma duradera, ya sea comprometiéndonos a no consumir nunca productos de tabaco o a abandonar el hábito tabáquico”, subrayan los expertos de la OMS.

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