Rehabilitación cardiovascular: animarse a más

El Día de la Actividad Física, que se celebra todos los 6 de abril en el mundo, es una buena oportunidad para destacar la importancia de moverse a diario para disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares: media hora diaria de caminata o 150 minutos semanales de ejercicio físico mantienen al organismo saludable.

Rehabilitación cardiovascular: animarse a más

Este día también es una excelente ocasión para subrayar el rol de la rehabilitación en pacientes que han sufrido un infarto de miocardio, que tienen enfermedad arterial de miembros inferiores, han pasado por una cirugía cardíaca o angioplastia, portan un desfibrilador, han recibido un trasplante o padecen insuficiencia cardíaca.

A pesar de lo que muchos creen, hacer ejercicio tras un infarto de miocardio es muy saludable y disminuye la mortalidad alrededor de un 20%. Sin embargo, sólo entre el 20 y el 50% de los pacientes que podrían beneficiarse con una rehabilitación cardiovascular, la reciben en los Estados Unidos, según una flamante guía AHA/ACC publicada en el ''Journal of the American College of Cardiology''. Se estima que si la participación aumentara del 20 al 70%, se evitarían unas 25.000 muertes y 180.000 hospitalizaciones cada año, según un estudio publicado en 2017.

La rehabilitación cardiovascular debería comenzar en el hospital, si es posible, o entre dos y seis semanas después de dejar el centro de internación. La rehabilitación es un programa supervisado por médicos que no sólo incluye ejercicios físicos sino también apoyo psicológico y manejo del estrés, kinesiología y cambio de hábitos de alimentación con nutricionistas. Se recomiendan tres sesiones de entrenamiento semanal de 40 a 60 minutos cada una, durante 4 a 12 semanas. Realizado a largo plazo, el programa mejora significativamente la capacidad de trabajar, disminuye la posibilidad de tener que internarse, y aumenta la sobrevida de los pacientes. Además, la rehabilitación mejora la calidad de vida.

Según una revisión Cochrane de estudios realizada en 2016, la rehabilitación cardíaca disminuye el riesgo de morir por razones cardiovasculares del 10,4% al 7,6%. El programa también se asocia con una reducción del 20 al 30% en las reinternaciones al año de haber padecido un evento cardiovascular. Otras investigaciones mostraron que los programas de rehabilitación disminuyen el colesterol “malo” (LDL) y los triglicéridos. El ejercicio regular (45 minutos de bicicleta o caminata, durante 4 semanas) reduce entre 5 y 15 mmHg la presión arterial en adultos mayores hipertensos.

Si bien la mayoría de los programas de rehabilitación se realizan en hospitales o gimnasios especializados, en los últimos tiempos se está ensayando el uso de teléfonos celulares e internet para implementar programas a distancia. De hecho, un pequeño estudio publicado recientemente en el American Heart Journal reveló que el “coaching” virtual y las aplicaciones para registrar la actividad física durante 12 semanas después de terminar el programa clásico de rehabilitación mantienen motivados a los pacientes para seguir ejercitándose fuera de los gimnasios y evita la habitual disminución de la actividad física que se produce en los pacientes con el tiempo.

Los pacientes que sufren endocarditis, patologías descompensadas (insuficiencia cardíaca, angina inestable), arritmias ventriculares complejas tienen contraindicada la rehabilitación cardiovascular. Para el resto, el riesgo de ejercitarse aunque hayan tenido un infarto es mucho más bajo que los beneficios que se obtienen al moverse en forma regular.


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