Marcapasos y cardiodesfibriladores

Son dos tipos diferentes de dispositivos electrónicos que se colocan generalmente bajo la piel, debajo de la clavícula. Están compuestos por un generador de impulsos eléctricos y un catéter que los conduce hasta el corazón. Se implantan por medio de una cirugía, la mayor parte de las veces con anestesia local y sedación (tranquilizantes).

La principal función del marcapasos es garantizar un ritmo cardíaco mínimo estable, por lo que está destinado al tratamiento de las bradiarritmias (frecuencia cardíaca muy baja o pausas prolongadas que pueden producir mareos o desmayos). Su tamaño es el de una moneda grande y tienen en su interior una batería cuya duración varía entre 5 y 10 años. Cuando se agota la batería, se puede cambiar el marcapasos sin necesidad de cambiar los cables.

Los cardiodesfibriladores, en cambio, están orientados al tratamiento de pacientes con alto riesgo de muerte súbita, arritmia con frecuencia cardíaca elevada (taquiarritmia maligna). Estos aparatos detectan la arritmia en forma precoz y generan automáticamente un choque eléctrico que restaura el ritmo normal (cardioversión eléctrica). Son dispositivos más grandes que los marcapasos y la duración de la batería es algo menor.

Los cardiodesfibriladores implantables se diferencian de los que están disponibles en lugares públicos. Estos son aparatos externos, de mayor volumen y manuales, destinados a ser operados por un público con poco entrenamiento.

Están indicados en diversas patologías, como:

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TRATAMIENTO:

Cuando se coloca un marcapasos, se pueden indicar también fármacos antiarrítmicos (por ejemplo, amiodarona, propafenona, Beta-bloqueantes).

En pacientes con cardiodesfibriladores, se puede usar el fármaco amiodarona para disminuir el número de episodios de arritmias y, así, reducir las descargas del equipo.


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