Intolerancia a las estatinas: mitos y verdades

El tratamiento con estatinas se asocia a su capacidad para prevenir enfermedades cardiovasculares y prolongar la vida. Aunque las estatinas son generalmente bien toleradas, algunos pacientes presentan efectos adversos que requieren una cuidadosa evaluación por parte de un cardiólogo.

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Las estatinas son medicamentos que reducen la producción de colesterol en el hígado y, como resultado, bajan los niveles de colesterol en la sangre. Al reducir los niveles de colesterol “malo” (lipoproteínas de baja densidad o LDL), las estatinas disminuyen el riesgo de sufrir un infarto cardíaco o un accidente cerebrovascular (ACV).

El valor deseable de colesterol LDL en sangre es de 130 mg/dl. Estudios con miles de pacientes que tienen un exceso de colesterol “malo” en su sangre mostraron que si se reduce 39 mg/dl el nivel de LDL con ayuda de estatinas, disminuyen entre 20 y 25% los infartos de miocardio y otros problemas cardiovasculares.

La intolerancia a las estatinas ocurre cuando un paciente es incapaz de seguir usando una estatina, ya sea porque desarrolla un efecto secundario no deseado o porque presenta niveles anormales de ciertos marcadores del funcionamiento del hígado o de los músculos (por ejemplo, un exceso de creatinaquinasa o CK).

La intolerancia a las estatinas suele manifestarse en el 15% de los pacientes con dolores musculares, debilidad o calambres. En la mayoría de los casos, los síntomas son leves y rara vez se asocian con inflamación muscular (miositis). En la gran mayoría de los casos, los síntomas desaparecen cuando se suspende el tratamiento. El daño muscular grave (rabdomiólisis) es extremadamente infrecuente. Ocasionalmente, además, puede detectarse un aumento de CK en pacientes que toman estatinas pero no tienen alteraciones en los músculos, por lo cual no es preciso suspender la medicación.

Un problema general con los efectos secundarios de cualquier medicamento es determinar una relación de causa y efecto. Para medicamentos que son ampliamente utilizados, como las estatinas, puede haber una tendencia a culpar a la medicación por ciertos síntomas que de todas formas se hubieran presentado, aún sin el tratamiento. Estudios sistemáticos han mostrado que las estatinas no aumentan los efectos secundarios graves a largo plazo (20 años).

Si un paciente desarrolla síntomas que le hacen pensar que puede tener intolerancia a las estatinas, es fundamental que consulte a su médico. Éste puede indicarle que las suspenda por un tiempo, cambiarle el tipo o la dosis de estatina que le administra. En cualquier caso, los cardiólogos subrayan que las estatinas tienen muchos más beneficios que riesgos. En caso de intolerancia, es importante saber que los efectos no deseados son reversibles y la solución suele ser un cambio en la medicación contra el colesterol “malo”, no el abandono del tratamiento.


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