El alcohol y el corazón

El consumo excesivo de alcohol, especialmente en los jóvenes, preocupa en todo el mundo por sus efectos a nivel de la conducta y, también, sobre la salud cardiovascular. Según datos recientes de la Organización Panamericana de la Salud, el consumo de alcohol en la región americana es un 40% superior al promedio mundial, y crece en las mujeres. Los cardiólogos advierten que el abuso de alcohol puede conducir a distintos problemas, como miocardiopatía dilatada, hipertensión arterial, infarto de miocardio, insuficiencia cardíaca y fibrilación auricular, además de accidente cerebrovascular (ACV) hemorrágico y cirrosis hepática.

El alcohol y el corazón

Un estudio realizado en la Oktoberfest que se llevó a cabo en Alemania en 2015 mostró que el 30% de los participantes que habían bebido sufrieron arritmias cardíacas y el 25,9% padeció una taquicardia sinusal durante el encuentro. El consumo de grandes cantidades de alcohol en poco tiempo, como ocurre en algunos recitales multitudinarios, puede poner en riesgo a quienes incurren en este comportamiento, advirtieron los investigadores alemanes.

Hasta poco tiempo atrás, los médicos alentaban un moderado consumo de alcohol pero hoy el tema está en discusión. Varios estudios mostraron en el pasado que una copa de vino o una medida de bebida blanca por día se asociaba con menos enfermedad coronaria y menos muertes por infarto de miocardio. El efecto positivo del consumo moderado de alcohol se explicaba porque esta sustancia ejerce un efecto relajante sobre las paredes de las arterias, facilitando la circulación sanguínea y la irrigación del corazón.

Un nuevo estudio que acaba de publicar el Journal of the American College of Cardiology (JACC) subraya que lo importante es mantener un consumo equilibrado de alcohol: para obtener “protección” cardiovascular no hay que ser completamente abstemio ni beber en exceso.

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El alcohol y el corazón

Según la reciente investigación del epidemiólogo Bo Xi y sus colegas, los grandes bebedores (hombres que consumen más de 14 tragos por semana) tienen un 25% más de riesgo de morir por cualquier causa que el resto de las personas, y un 67% más riesgo de morir por cáncer. Quienes beben mucho durante un período corto de tiempo (por ejemplo, en episodio como una fiesta) también tienen un mayor riesgo de morir que el resto. En cambio, el consumo leve a moderado de alcohol se asoció en este estudio con una disminución de la mortalidad por causas cardiovasculares del 21% en hombres y 34% en mujeres de Estados Unidos.

En cuanto al vino tinto, se sabe que contiene compuestos antioxidantes (conocidos como “flavonoides”) y, en particular, un compuesto llamado “resveratrol” que pueden contrarrestar ciertos daños en las células y reducir la inflamación en las arterias, de acuerdo con estudios realizados en laboratorio (in vitro) y en animales. De hecho, se ha observado que los franceses y otros pueblos mediterráneos, que beben vino regularmente con las comidas, tienen menos colesterol alto y menos problemas cardiovasculares que el resto de los occidentales. Sin embargo, todavía no queda claro que el vino tinto ni el resveratrol sean los responsables de este efecto “protector” sobre el corazón.

Hasta el momento, no existen estudios clínicos que confirmen los beneficios cardiovasculares del resveratrol en pacientes. Es más: algunos científicos advierten que la cantidad de resveratrol que contiene el vino tinto sería insuficiente para generar efectos positivos en las arterias a menos que se consumiera en grandes cantidades, lo que resulta a todas luces perjudicial para la salud.

Si bien la American Heart Association recomienda que los bebedores no superen un trago diario (las mujeres) o dos (los hombres), cardiólogos argentinos aconsejan que los pacientes cardíacos no beban ni siquiera en forma moderada.

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